Joyas Medievales

Las joyas han estado presentes en cualquier época de la historia, incluso en aquellas en las que la economía no era demasiado pudiente. En la Edad Media era un adorno muy importante, usado por hombres y por mujeres de diferentes clases sociales.

Lo más común es que las joyas femeninas de las clases altas tuviesen alguna pieza de oro o de plata, con incrustaciones de piedras preciosas. Las reinas y las princesas no solo las lucían como elemento diferenciador, sino que se pensaba que tenían determinados poderes para ahuyentar diferentes males.

Los diseños de joyas no eran tan pudientes en las clases más bajas: estas clases usaban metales más pobres, como pueden ser el cobre o el estaño. Sin embargo, se decoraban con vidrio coloreado de tal forma que se buscaba imitar a las piezas reales. Cómo curiosidad, no hay mucha información sobre cómo se confeccionaba: lo único que se sabe es que se llevaban a cabo en orfebres y que había un contrato de por medio. El proceso de elaboración constaba de una gran técnica y de mucha paciencia por parte del orfebre, sobre todo si se trabajaba con materiales de máxima calidad, cómo es el caso del oro.

Desde el principio de los tiempos, tanto el oro y la plata se han considerado como los materiales más valiosos. Por esta razón, las joyas, que estaban consideradas como algo único y privilegiado, estaban diseñadas con estos materiales exclusivos, para dar una sensación todavía más personal y única.

Existían varios tipos de joyas medievales, más allá de si se trataba de una sortija o de un anillo. Por un lado, teníamos la de uso funcional (cinturones, broches o botones) que daban sujeción a las prendas del atuendo. También teníamos las joyas ornamentales que tenían finalidad decorativa (ajorcas, zarcillos, arracadas), joyas con valor simbólico (cómo puede ser la corona) o joyas que tenían un uso devocional (con un significado religioso específico).

Los anillos entraban dentro de las joyas ornamentales y tenían una finalidad decorativa. Tanto en las clases sociales altas, como en las más bajas, se lucían anillos más o menos costosos con el objetivo de complementarse con el vestuario.

Otra joya ornamental que perseguía decorar el look de la mujer. La diferencia con los anillos es que el collar era mucho más vistoso, y un error en la elección podría arruinar el look por completo.

Los pendientes (también conocidos como arracadas) eran muy comunes en la Edad Media. Suponen un complemento sutil que puede marcar por completo la diferencia en nuestro vestuario. En esta época podíamos encontrar pendientes más o menos ostentosos.

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